15 septiembre 2007
11 septiembre 2007
Todos somos hijos de un país desgarrado por el olvido y la falta de memoria
Por:Tania García Méndez
Todos somos hijos de un país desgarrado por el olvido y la falta de memoria le está terminando de matar lentamente.
Los tiempos pasan de generación en generación y de pronto nos damos cuenta que tras las historias quedan los mismos rasgos, ausencia de justicia, falta de reconocimiento, falta de dignidad para con quien fue víctima del arrebato de la vida y más para quien es víctima del arrebato de la historia.
Historia, la materia del colegio que produce sueño, los profesores más buena gente…nos ayudaron a construir una historia desde el otro lado, no fuimos los protagonistas sino los observadores, mirando a los otros como ..pobre!!! pero obvio que le pasara eso…justificando la mano criminal que tras el individuo se encuentra y lo más triste es que tiene poder y disfraza su cobardía en “valor” asesinando por cobranza y sembrando terror en nosotros.
Cuando somos pequeños ignoramos el mundo que nos rodea, pero cuando crecemos y somos concientes parece que quisiéramos borrarlo y la evasión en muchas ocasiones es la mejor respuesta, porque el miedo nos desgarra los sentidos…cuando escuchas cómo a la familia de tu amigo, alguien por una razón no conocida ni aceptable, mutila sus sentidos al tiempo que mutila su cuerpo, escucha cómo todos convergemos a la misma causa y la muerte, es algo general que nos afecta a todos, cuando escuchas que a tu padre lo asesinaron por ser Comunista; algo que lo justifica, porque en un país como Colombia el derecho a opinar o a pensar diferente no está legitimado como sí lo está el derecho a la vida, cuando te unes a unos intereses para salvar tu vida y la de tu familia teniendo que renunciar a todo.
En un país como nuestro Colombia legitimamos la ausencia como un derecho común y entonces es normal que tu amigo que tu amiga que tu compañero esté falto de familia y raíces, es normal que en fechas especiales reine un sentimiento de tristeza, festejando un día como el día comercial de la madre con el familiar de tu vecino??, es claro para nosotros los colombianos el derecho que tenemos de ser libres, de rechazar cualquier atrocidad para con los nuestros, No es claro por qué si para nosotros es normal la muerte, el magnífico suceso de la vida está en segundo plano… tanto que la felicidad de un embrazo pasa a ser un problema por el miedo de traer mas criaturas a esta sociedad, que condena la maravilla de la vida al olvido.
Pareciera como si dejáramos acercar una era a pasos agigantados de miedo, de horror, de exterminio, de miseria, hambre, en fin, pareciera que los esfuerzos humanos ya no bastasen para contrarrestar los suculentos ataques de este padre que en vez de proteger, nos asecha con sus balas criminales, con sus crisis, con su abundante comida para los perros que guardan al criminal, mientras en la calle a menos de 1 kilómetro hay toda una periferia muriéndose de hambre.
Se nos acerca lentamente y entonces llega el momento que hay que decir con un extranjerismo para que sea más “universal” STOP, un alto en el camino, un alto en tu vida…un alto en tu historia; alto que no implica frenar para detenerse y acampar…un alto que por el contrario nos da luz verde para continuar, ahora con la visión positiva que desafortunadamente a raíz de los hechos más atroces nos ha dado la oportunidad la vida de tener, y entonces nos reunimos aquí allá, unos cuantos por acá otros por acá con al idea que las diferencias pasen de ser nuestra falencia a ser nuestra fortaleza, por que la unión no es más que el paso principal para crear fortaleza, para crear RESISTENCIA.
01 agosto 2007
31 julio 2007
Carta Pública de Hijas e Hijos a Carolina Charry

Miércoles 11 de julio, 2007
Querida Carolina,
Sabemos que estos últimos días, desde que te enteraste de la muerte de tu padre, han estado marcados por el profundo dolor de una ausencia que no te explicas, por la rabia, la impotencia y la tristeza. Una rabia que es justa, normal, atinada. Una rabia que no le quita valor a tus palabras ni objetividad, ni razón ni fundamento político. Imaginamos la indignación y el dolor que debiste experimentar cuando tus palabras fueron calladas por unos tantos que no entienden que la vía negociada es la única que le queda a Colombia para evitar más muertos, más padres y madres ausentes, la profundización cada vez más irracional de la guerra y de las exclusiones y desigualdades. Sabemos también de cómo debiste sentirte cuando el Ministro del Interior y Justicia, quitó de tus manos y tu boca el derecho que tiene todo ciudadano y ciudadana a la palabra, a plantear su punto de vista, a discutir con argumentos, pues esos – fuesen los que fuesen –, deben ser rebatidos con respeto.
El Ministro hizo alarde de múltiples fuerzas que le confiere la cultura y la sociedad colombiana. Además de comportarse como un patriarca, es un adulto que desconoce tus saberes porque no son iguales a los suyos y quizás porque profundamente te teme. Teme a una juventud que no le juega a la mano firme, que no se paraliza a pesar de tantos signos de represión y obstáculos puestos. Por supuesto, él también se vale del poder que le otorga su cargo, siempre a la defensa, y de un discurso de guerra que juega con la falta de claridad política y los deseos de paz de un pueblo que vive embaucado por los medios de comunicación.
Nos unimos a tu lucha, que es nuestra lucha. Nos unimos a todos aquellos que se sienten estafados, burlados, utilizados por las marchas del pasado 5 de julio. Al clamor de los familiares de las y los secuestrados, y el de todos los que consideramos necesaria la concreción de los Acuerdos Humanitarios y procesos de acercamiento para el diálogo y la negociación del conflicto armado. El gobierno nacional utilizó una iniciativa que posicionaba los Acuerdos Humanitarios, para concitar el repudio natural de cualquier ciudadano cuerdo de la violencia y la privación de la libertad como recurso político; para ratificar su posición militarista, salir triunfante, ileso, sin responsabilidades por el asesinato de los 11 diputados del Valle.
Carolina, alza tu cabeza, que veamos tu rostro, mantente erguida. Llora cuando quieras, grita, desespera, permítete quebrar cuando sea necesario. Toma aliento, porque esta lucha es larga. Entendemos tu dolor porque lo hemos vivido, lo hemos sentido en carne propia. Muchos de nuestros padres y madres han sido desaparecidos, asesinados, torturados. Lo entendemos porque desde ese dolor también hemos hecho valer nuestra voz y porque igualmente hemos sido señalados y callados. Algunos y algunas nos dicen radicales, descalifican nuestras palabras y reivindicaciones porque dicen que están pasadas por el dolor o porque son dichas con voces jóvenes, nos niegan nuestro carácter de interlocutores validos.
Así hizo el Presidente Uribe al referirse a la hija de Ingrid Betancur hace algunos días; así lo harán algunos de quienes te rodean, incluso las y los más cercanos. Carolina, no te dejes desanimar, la política siempre ha estado pasada por los sentimientos, valientes nosotros y nosotras que lo reconocemos, eso no le quita validez a los argumentos, al contrario, los nutre.
Hemos vivido de múltiples formas lo que experimentaste el pasado jueves. Lo hemos vivido cotidianamente cuando vemos que en la historia se niega la vida de nuestros padres, madres, familiares y de las colectividades a las que pertenecieron. Lo entendemos porque diariamente nos enfrentamos a un uso parcial de los medios de comunicación, los cuales son fundamentales para definir que se olvida y que se recuerda, que se dice y que se calla. En relación a las marchas del 5 de julio se calló tu voz, la nuestra y la de cientos de personas que exigimos el Acuerdo Humanitario.
Carolina, hermana, si así permites que te llamemos, somos Hijos e Hijas por la memoria y contra la impunidad, estamos andando caminos de lucha, queremos un país en cuya historia estemos incluidos, que allí nuestras voces y versiones del devenir histórico de Colombia tengan lugar. Somos Hijos e Hijas de una generación silenciada de varias formas, por lo cual queremos justicia y condenamos la impunidad. Somos una generación de jóvenes que queremos plantear alternativas al país: a los movimientos sociales, a los partidos, a las organizaciones de paz, a las y los ciudadanos en general. Con un fuerte abrazo de muchas hermanas y hermanos, con la energía que nos da nuestra apuesta, te rodeamos en este duro momento por el cual estas pasando.
Hijos e Hijas por la memoria y contra la impunidad
24 junio 2007
Volver a El Castillo

La primera vez que estuve en el Ariari, Meta, me dediqué a escuchar los testimonios de los desplazados de la Unión Patriótica.
Iván Cepeda Castro
a primera vez que estuve en el Ariari, Meta, me dediqué a escuchar los testimonios de los desplazados de la Unión Patriótica. Una señora me contó las experiencias de persecución a las que había hecho frente. Su esposo fue uno de los 2.500 miembros de la UP asesinados en ese departamento en las últimas dos décadas. Luego de haber sobrevivido a dos masacres, ella y sus niños llegaron a la periferia de Villavicencio. Pero allí tampoco encontraron la tranquilidad. Su hija fue sacada del aula de clases durante una inspección practicada por la policía en la escuela. Ante sus compañeras, reunidas en el patio del plantel, el capitán que dirigía el operativo la acusó de ser hija de guerrilleros. La niña no volvió al colegio desde ese día. Su mamá decidió ahorrarle nuevos vejámenes.
Otra de las desplazadas me relató lo que ocurrió el día en que a ella y a su esposo los emboscaron los paramilitares en una calle del municipio de El Castillo. A él lo mataron y a ella la hirieron. Al día siguiente cuando estaban velando el cadáver y realizando un ritual religioso, se presentaron de nuevo los agresores. Colocaron un equipo de sonido al frente de la iglesia y se pusieron a bailar y a beber aguardiente. Luego intentaron intimidar a los familiares para impedirles ir al cementerio a darle sepultura al occiso.
Además de ser perseguidos con métodos de terror, los habitantes del Ariari han vivido bajo un régimen despótico. Hubo un tiempo en que el alcalde de la localidad decidió tomar medidas para limitar la compra de alimentos por cada familia. El ejército vendía los cupones de racionamiento para que los pobladores adquirieran una cantidad restringida de víveres en las tiendas administradas por los paramilitares. El control social se impuso después de años de violencia continua. En El Castillo tres alcaldes elegidos por la UP fueron asesinados y otro más tuvo que partir al exilio.
El pasado 3 de junio se conmemoraron 15 años desde la tarde en que en el sitio de Caño Sibao se dio muerte a la alcaldesa saliente de El Castillo, María Mercedes Méndez, al alcalde entrante, William Ocampo, y a tres funcionarios más de esa municipalidad. Un grupo paramilitar emboscó el vehículo en que se movilizaban y les lanzó varias granadas. Para conmemorar este aniversario cientos de personas vinieron de diversas regiones del país y de las veredas vecinas. Llenaron la plaza de la localidad. Por primera vez en muchos años en ese sitio se hizo un acto para honrar a las víctimas. En aquella tarde se escucharon las palabras de homenaje a la primera alcaldesa elegida por voto popular, y los cantos de Hijos e Hijas por la Memoria y contra la Impunidad.
El Castillo es un símbolo en Colombia de la negación de la democracia. Por eso el masivo acto del pasado 3 de junio tiene un alto significado. Es la expresión pública de la voluntad de que los desplazados y los perseguidos vuelvan a El Castillo y puedan trabajar libremente para hacer realidad sus proyectos de vida. Es la expresión de la voluntad ciudadana de no olvidar la historia de los aparatos criminales de los políticos tradicionales usados para eliminar a sucesivos líderes de oposición legalmente elegidos.
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En una entrevista que me hizo la revista Proceso de México afirmé que el embajador Luis Camilo Osorio debería ser declarado por el gobierno mexicano persona non grata. En vez de dilapidar millones de dólares en campañas publicitarias para intentar mejorar la imagen del país, lo que el gobierno colombiano tendría que hacer es, en primer lugar, depurar el servicio diplomático de personas cuyas actuaciones son objeto de investigaciones judiciales.
fm_cepeda@yahoo.fr
19 junio 2007
07 junio 2007
Caño Sibao 15 años, Javier Giraldo Moreno, s.j.
Hay momentos privilegiados que al revivir recuerdos que quedaron envueltos en densas concentraciones de sentimientos, de interrogantes y de desafíos, nos permiten hacer ciertos altos en el camino y lanzar miradas de horizonte sobre lo que hemos vivido, sobre lo que hemos sufrido, sobre lo que ha sido destruido, sobre lo que hemos tolerado, muchas veces a nuestro pesar, y sobre lo que estamos dispuestos a seguir tolerando o a no volver a tolerar.
Hoy, 3 de junio de 2007, nos hemos concentrado varios centenares de personas, venidas de muchas regiones de Colombia, en el sitio despoblado y agreste de Caño Sibao, ubicado en las cercanías de la cabecera municipal de Granada, en el departamento del Meta, donde 15 años atrás fue perpetrada una cuarta masacre, en la cual se dio muerte a la Alcaldesa saliente de El Castillo, María Mercedes Méndez, al Alcalde entrante, William Ocampo, y a tres funcionarios más de ese municipalidad, Rosa Tulia Peña, Ernesto Zaralde y Armando Sandoval. Fue imposible evocar la memoria de esas vidas, de perfiles atrayentes y estimulantes y excitadas por sueños y utopías que visionaron al alcance de sus fatigas, sin evocar al mismo tiempo a los millares de otras víctimas que a través de más de tres décadas les han hecho compañía en su tragedia, en esta encantada región del Llano, tierra de sueños, de luchas y de audacias.
Nuestra memoria almacenada nos permite hoy resaltar los perfiles del Estado y del Establecimiento en los que descansa la responsabilidad del genocidio, perfiles afinados por el transcurso del tiempo y por el agotamiento de procesos que han exterminado muchas ilusiones. Procesos de paz que incentivaron esperanzas y expectativas en las capas más victimizadas por el conflicto, pero que luego fueron revelando que ninguna práctica excluyente era negociable y que si se quería algún grado de paz, ésta debía aceptar sin condiciones todas las prácticas y estructuras determinantes del régimen vigente: la continuidad del saqueo de los recursos naturales por empresas transnacionales; la continuidad del monopolio del poder por las capas dominantes consolidadas; el manejo de la información como mercancía controlada por las más grandes concentraciones de capital; una justicia discriminatoria que continuara penalizando de manera preferente e implacable toda protesta y movimiento social alternativo; una estigmatización ideológica de toda alternativa social y política; una represión afianzada en capas crecientes de civiles armados protegidos por una impunidad a prueba de toda norma, y mecanismos electorales compatibles con toda forma de corrupción y de violencia que continuaran garantizando unos poderes legislativo y ejecutivo blindados frente a todo eventual cambio de rumbo. Sólo era negociable, a la hora de la verdad, la participación política de minorías simbólicas eficazmente controladas por los poderes consolidados.
El entusiasmo de quienes en un momento soñaron con romper cadenas seculares, hizo saltar las alarmas de seguridad del régimen, y el genocidio dio cuenta, entonces, en muy cortos períodos, de multitud de soñadores. Los cementerios se llenaron de cadáveres ensangrentados que fueron sepultados con los ojos entreabiertos porque murieron atisbando la realización de sus sueños con la tozudez de una esperanza que se habían negado a sepultar. En sus corazones llevaban aferrada y escondida, a prueba de exhumaciones anónimas y manipuladas, la semilla de otro mundo posible al que le habían endosado su fe.
Vimos entonces campos desiertos; caravanas nocturnas de fugitivos que esperaban llegar al amanecer a alguna zona urbana de invasión, antes de que se ejecutaran las sentencias de muerte clavadas en las cercas de sus parcelas. Millones de desplazados se fueron hacinando en las ciudades, donde el cerco a la supervivencia se convirtió en la extorsión más contundente y efectiva contra las convicciones y las esperanzas. Muchas banderas fueron abatidas; muchos espacios clausarados; muchas organizaciones desintegradas y desechas por el terror. Vientos helados de miedo paralizaron lo que en un momento fue efervescencia de vida y manifestación atrevida de esperanza.
Hoy, mientras se masacra dosificadamente a los sobrevivientes de la esperanza y se trafica con la libertad y la miseria para desactivar hasta las más débiles formas de oposición, se nos invita a exorcizar la memoria para neutralizar su fuerza dignificante. Se nos invita a superar los traumas de las sepulturas incógnitas o clandestinas; a realizar los duelos de manera apresurada para que los recuerdos pierdan su fuerza interpelante y transformadora; a aceptar las confesiones penitentes de los victimarios para permitirles retomar el poder a través de procesos socialmente legitimados; a aceptar verdades raquíticas y distorsionadas para desactivar las presiones por una verdad integral y transparente; a disolver los anhelos de justicia en sanciones alternativas y exiguas a pequeños grupos selectos y simbólicos de victimarios; a renunciar al derecho a la reparación, cambiándolo por reparaciones simbólicas y colectivas que toman como pretexto carencias presupuestales para atender a millones de reclamantes, haciendo pagar a la misma sociedad victimizada, mediante impuestos extorsivos, las escasas indemnizaciones ineludibles.
Se nos habla de “posconflicto”, pues el conflicto real ha desaparecido por decreto. Se nos dice que todo el mundo ha llegado a aceptar este modelo de sociedad democrática, y que hablar de injusticias estructurales es estar anclados en un pasado ya muerto y aferrados a lenguajes en desuso que hoy solo son patrimonio del terrorismo. El delito político pasó a ser patrimonio de quienes desde el mismo Estado ejercieron la más atroz de las violencias, alegando que suplían una ausencia del Estado para exterminar a quienes disentían del mismo.
Las encuestas periódicas de los medios masivos, nos han acostumbrado a que la popularidad de los mandatarios aumenta en la medida en que se destapan los crímenes de las más altas jerarquian del régimen. No sabemos aún si es que la técnica informativa ha logrado cambiar la polaridad de los principios éticos, o ha logrado crear en las masas una simpatía compulsiva con el crimen.
En medio de tan desconcertantes, ilógicas e inmorales presiones, la exhumación de la memoria de nuestras víctimas es una luz que brilla en la oscuridad.
Ellas llamaron por su propio nombre a la injusticia y señalaron sin miedo sus raíces y complicidades; la combatieron con valor y avanzaron con audacia hacia un mundo alternativo que vieron asomarse, con entusiasmo, en los consensos y movilizaciones de los oprimidos y de todos los que con ellos hicieron causa común.
Hay imaginarios de la esperanza que la fundan en el éxito y en las recompensas y la hacen, por tanto, incompatible con el fracaso, el cual es mirado allí como pasajero y superable. Una mirada más profunda nos hace concebir la esperanza como la identificación con valores que se legitiman a sí mismos y por sí mismos y que no están supeditados a los éxitos históricos afianzados en el poder.
Nuestras víctimas, desde su misma destrucción nos interpelan y nos invitan a un compromiso más firme y profundo que el moldeado por los éxitos.
Cuando nos acercamos a sus sepulcros o a los lugares que fueron regados con su sangre, vamos con ansia de beber en pozos profundos, donde la vida trasciende la muerte, y de volver a regar las semillas siempre fértiles que ellas llevaban aferradas al corazón cuando sus cuerpos inertes se sumergieron de nuevo en la fecundidad insobornable de la madre tierra.
La memoria que hoy hemos revivido en Caño Sibao y en El Castillo, tierra donde aún se respira la vitalidad y la energía, la poesía y los sueños humanistas de María Mercedes, nos hace regresar a nuestras lugares de origen con nueva luz y nueva fuerza.
A su luz, sabemos que nuestro conflicto no es superable mientras no se enfrenten sus raíces, donde anidan la exclusión y la deshumanización de las inmensas mayorías nacionales. Soluciones al conflicto que amparen como no negociables la estructuras excluyentes y genocidas, no pueden ser aceptables, así se pretenda ilegitimar a los constructores de justicia como aferrados a lenguajes y pensamientos desfasados.
A su luz, sabemos que la verdad y la justicia no son negociables sino que son las vigas de amarre de cualquier edificación histórica que no quiera traicionar y engañar a los seres humanos y embarcarlos en relaciones falsas y ficticias donde germinan todas las violencias.
A su luz, sabemos que mientras no se repare lo que fue injustamente destruido, se estaría moldeando la realidad a la medida de los sueños demoníacos de los victimarios.
Con su fuerza nos animamos a no transigir con la falsa justicia que se nos ofrece, que nos distrae y engaña, produciendo frutos exclusivos de impunidad sistémica. Nos animamos a invocar formas de justicia universal y ética y a registrar y hacer cada vez más visibles ante el país y el mundo los crímenes de lesa humanidad que nos destruyen.
Con su fuerza impulsaremos los retornos colectivos de los desplazados; crearemos cadenas de solidaridad para proteger sus vidas y territorios y estableceremos catastros alternativos para combatir con la fuerza transparente de la ética los despojos inhumanos.
Con su fuerza estableceremos bancos y galerías de la memoria, donde sus voces silenciadas un día por las armas, vuelvan a dialogar con su pueblo y lo acompañen en sus luchas por un mundo justo.
Finalmente, seguiremos peregrinando y exhumando en todos los rincones de este país ensangrentado, la memoria fecunda de quienes se sembraron con generosidad en los cimientos del mundo que anhelamos.
Javier Giraldo Moreno, s.j.
06 junio 2007
El Turbión: 15 años de impunidad en el Castillo, Meta
El Turbión - Número 175 – junio 10 de 2007
15 años de impunidad en el Castillo, Meta
El pasado domingo 3 de Junio se conmemoró, a través de una multitudinaria peregrinación, el 15° aniversario de la masacre en Caño Sibao (Granada, Meta) de 5 personas. Precisamente, en ese lugar fueron asesinados: María Mercedes Méndez de García, alcaldesa –saliente, por esa época– de El Castillo (Meta) y símbolo del liderazgo político de la Unión Patriótica (UP) en la zona; William Ocampo, su sucesor en la alcaldía; Rosa Peña Rodríguez, tesorera municipal; Ernesto Sarralde, funcionario de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica, y Armando Sandoval, el conductor de la alcaldía.
El magno homenaje, al cual asistieron más de 450 personas, partió desde Bogotá y Villavicencio hasta Caño Sibao, lugar en el que ocurrieron las ejecuciones extrajudiciales. Allí se celebró una ceremonia religiosa, oficiada por el obispo José Figueroa y asistida por varias personalidades religiosas, principalmente del departamento del Meta. Posteriormente, se erigió una placa conmemorativa y se plasmaron, en un mural, las huellas de varias personalidades y organizaciones asistentes al evento, reivindicando la memoria histórica colectiva de este crimen de Estado y exigiendo el cese de la impunidad.
En horas de la tarde, ya en El Castillo, se realizó la peregrinación, encabezada por comparsas del movimiento de Hijos e hijas por la memoria y contra la impunidad, hasta la plaza principal, escenario público en donde se presentó un mensaje de las hermanas de María Mercedes Méndez y, posteriormente, una intervención del sacerdote Javier Giraldo. Igualmente, se presentó el tema musical Ariari capricho y son , compuesto por María Mercedes Méndez; se erigió otra placa conmemorativa en la plaza principal y se finalizó con una intervención musical de Hijos e Hijas.
Esta cadena de actos simbólicos representa la reconstrucción de la memoria histórica colectiva y, más aún, la articulación de esfuerzos colectivos en torno a un objetivo común: la conformación de una fuerte voz que clame por justicia y condene la impunidad que, durante muchos años, ha aquejado a El Castillo y al departamento del Meta.
Meta: una historia golpeada por violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos
La prolongada y conflictiva historia del Meta se caracteriza por contar con varias etapas de violencia: la guerra civil de finales de los 40, la política estatal de ‘contrainsurgencia y contrabandolerismo' de los 50, la represión institucional durante el Frente Nacional y la sistematización y concentración de la violencia contra la oposición, iniciada a partir del surgimiento de la UP en 1984 y que aún hoy perdura, caracterizada por asesinatos esquemáticos y extinción de organizaciones políticas enteras.
Diversos factores conformaron un escenario conflictivo en el departamento del Meta, donde la UP tomó una gran fuerza y respaldo entre 1985 y 1986 e, incluso, llegó a ser mayoría en la Asamblea Departamental. Sin embargo, la confluencia de actores e intereses estatales y paramilitares se manifiesta en la concentración de las masacres y el exterminio sistemático de la UP.
Es el caso del Comité Cívico de Derechos Humanos del Meta, fundado por María Mercedes Méndez y Josué Giraldo, entre otros, el cual nació, se consolidó y luego se extinguió bajo la sombra de las esquemáticas violaciones de Derechos Humanos. Los conocidos planes de exterminio contra la UP y, por ende, del Comité Cívico, además de golpear al Meta en general, han golpeado fuertemente al municipio de El Castillo y la zona rural de Caño Sibao, lugar en el cual los exterminios físicos de dirigentes políticos ha tenido cabida, como lo aquí recordado de junio 3 de 1992, lo cual no es la única masacre, ni es aislada de toda la política estatal. Incluso recientemente, el año 2003 –vigencia del Plan Colombia–, ha marcado nuevamente el terror en la población, tras la búsqueda intensiva de sobrevivientes de la UP por parte de grupos paramilitares y fuerzas regulares del Estado.
María Mercedes: mujer religiosa, madre y líder política
Un fuerte periodo de cuatro meses de violencia en El Castillo fue terminado durante el periodo de la alcaldía de María Mercedes, con la firma de un proceso de reconciliación entre los actores del conflicto, impulsado por ella misma. En el centro del parque principal se encuentra Anhelos infinitos de paz , monumento inaugurado en aquella ocasión por la alcaldesa y que este domingo fue recordado como un símbolo de trabajo por la comunidad, por la vida y de un proceso de construcción de la paz.
Sin embargo, este periodo de paz sólo duro 18 meses, pues, el 3 de Junio de 1992, un grupo de hombres armados, del cual algunos vestían uniformes del ejército, interceptó el vehículo en el que se transportaban, con dirección a Villavicencio, María Mercedes Méndez de García, William Ocampo, Rosa Peña Rodríguez, Ernesto Sarralde y Armando Sandoval y atacaron a sus ocupantes con granadas de mano, crimen que cegó sus vidas y aún hoy continua en absoluta impunidad.
María Mercedes hizo parte de la dirección regional del Partido Comunista Colombiano (PCC), de la dirección departamental de la UP, de la Unión de Mujeres Demócratas (UMD) y de la congregación de las Hermanas Dominicas de la Presentación, donde vistió los hábitos durante 3 años de su juventud. “Su lucha fue por la consecución de la paz y ésa era la misma que, interiormente, ella sentía”, mencionaron en un comunicado Linda Carol, Hada Luz, Jenny Paola y Tania Marinella, hijas de María Mercedes y José Rodrigo García.
En esta conmemoración, sus más próximos amigos le recuerdan como “una mujer extraordinaria (...) una mujer de múltiples facetas: mujer, religiosa, líder política, alcaldesa, mujer testigo, mujer profeta, tú que supiste vivir para dar vida digna, hoy resucitas en tu familia, hoy resucitas en tu pueblo y no sigues interpelando en la defensa de la vida”, asegura Luz Elena, su amiga incondicional que asumió el reto de criar a sus 4 hijas después de su asesinato.
04 junio 2007
Mensaje, Hermanas García Méndez. Junio 3 de 2007

Hoy 3 de junio de 2007, después de aproximadamente 17 años de haber salido de esta tierra, nuestra tierra, saludamos con una rara alegría a todos los habitantes del Castillo Meta y a todas aquellas otras personas que han venido desde otros lugares de Colombia a acompañarnos en este acto de reivindicación de la vida.
Cuando decimos que sentimos una rara alegría, queremos mencionar justamente eso, que es rara porque detrás de ésta hay miedos, tristezas de tantos recuerdos dolorosos, hay angustias, pero seguido a esto hay muchas ilusiones y mucha satisfacción de poder contar con tanto apoyo, ese apoyo que cada uno de ustedes nos brindan, justamente hoy, hoy 3 de junio.
Cuando en meses pasados volvimos a pisar este lugar, en el que nos encontramos hoy, muchos recuerdos bonitos, de nuestra infancia pudimos evocar. Recordar que en nuestro Castillo podíamos jugar libremente por las calles hasta altas horas de la noche esperándonos nuestra madre en casa con la puerta sin cerrar, sin preocupación, pues su lucha fue la consecución de la paz y esa era la misma que interiormente ella sentía.
Recordamos nuestros recorridos de tienda en tienda fiando helados, comida, ropa, recordamos escapar por una ventana de la casa cuando nuestra madre estaba de vereda en vereda con aquellas personas, con ellos que eran los campesinos de su región, con aquellos que nos hacía sentir celos porque se llevaban toda la atención de nuestra madre. Con aquellos y aquellas que llegaban a casa justo cuando estábamos comiendo y nuestra madre sin ningún problema abandonaba su plato para ir a atenderles con su sonrisa alegre.
Por otro lado, también tenemos que mencionar que no solo experiencias bonitas vivimos. Hay otras que marcaron una huella nada fácil de borrar, como por ejemplo, en esas noches oscuras en que nos levantaban de la cama y afuera había un carro esperándonos para transportarnos a otro lugar, todo esto, como consecuencia de las frecuentes amenazas, y nada menos escalofriantes fueros las balaceras aquí en el Castillo, en donde de repente el estruendo que producen esos artefactos enemigos de la vida irrumpían la tranquilidad de la que gozábamos.
¡Al piso¡, ¡al piso¡, eran las primeras palabras de nuestra madre cuando esto ocurría, y nosotras, cual si fuera un comportamiento innato reaccionábamos casi de inmediato y seguido a esto, venían las maromas que nuestra madre se inventaba para proteger nuestras vidas, metiéndonos en unos catres en los cuales asfixiarse no era nada difícil, dándonos órdenes e indicaciones para correr por un lado o por el otro en caso de un ataque más cerca y directo.
Después de un montón de recuerdos que generan otro montón de sentimientos, uno alcanza a preguntarse si no es más fácil pasar la hoja del libro y hacer como si nada hubiera pasado. Recordar no es sencillo, eso lo sabemos porque lo sentimos. Pero es menos sencillo enfrentarse a una realidad que te divide la cabeza, algo así como una esquizofrenia donde tú tienes tu mundo interno, diferente al externo y con una versión de validez solo del externo, por consecuencia, lo otro es falso, lo anormal.
Cuando en ocasiones nos han preguntado por la muerte de nuestros padres y compartimos algo de esa historia, terminan diciendo ahhh claro, es que eran de izquierda.. ahhh.. claro.. es que eran comunistas, ahhh claro.. es que… etc, etc, etc…. Claro?, esa es la pregunta, qué es claro?, para muchos es claro esas versiones y verdades que se construyen por otros, otros con intereses que valdría la pena preguntarnos, intereses totalmente diferente a las personas que en carne propia hemos vivido las consecuencias de esta deshumanizante guerra. Por eso lo que termina siendo claro para nosotras es que somos quienes debemos escribir esa historia, esa historia desde nuestras realidades vividas, porque entendemos que no solo es nuestra realidad, es la realidad de muchas personas, es la realidad de un país, de nuestro país.
Cuando a una persona o a una comunidad entera se le ha maltratado tanto y la venganza no es la respuesta, pero además de eso se pide que se perdone a los que han ofendido, cabe otra pregunta ¿qué se debe perdonar?, en nuestro caso nos preguntamos, ¿debemos perdonar que por consecuencia del asesinato de nuestros dos padres nos dejaron huérfanas?, que por esos asesinatos nos interrumpieron cualquier proyecto de familia que medianamente nos hayamos podido plantear?, que por esos asesinatos internamente llegan afectarte de alguna forma formas de relaciones familiares, personales, de pareja etc? , que por esos asesinatos se fraccionaron procesos enteros de comunidades?, que por esos asesinatos se amedrente de tal forma que lo que impere sea el silencio??... no sabemos.. son solo preguntas, en esta medida dentro de nuestra coyuntura de en medio de una ley de justicia y paz la pregunta hermana o prima, sería, con quién nos reconciliamos, quiénes se quieren reconciliar y qué quieren conciliar….son cosas que no se entienden tan fácil, pero frente a todo esto sí hay claridad de nuestros anhelos, anhelamos un país como el que nuestros papás en varias ocasiones nos decían, uno en donde ustedes y sus amiguitos puedan vivir tranquilos y tranquilas, ese país es el que queremos donde se respete la vida, donde todos quepamos, donde se acepte la diferencia para construir.
Hoy 3 de junio de 2007 es el resultado de varios meses de trabajo para este día, pero además son 15 años de elaboración también. Quince años en que intentábamos arreglarnos nuestros corazones para que no nos doliera tanto, quince años para medianamente entender el país en el que vivimos…. y si confesamos, realmente, el entendimiento no ha sido mucho, es muy complejo, realmente es muy raro.
Hoy reconstruir historia lo asumimos como un derecho pero también como un deber, y agradecemos a todas aquellas personas que nos han acompañado en este deber, porque también lo asumen como un deber, como una necesidad, ya que la dignidad no es algo que se coge y se tira cuando se quiere, la dignidad es la esencia de las personas, es lo que no tiene valor monetario, es lo que no se compra ni se vende.
Reconstruir la historia es una necesidad cuando también se ve con desesperanza los procesos jurídicos internos de nuestra nación, cuando no se permite conocer las intenciones reales de asesinatos y otras barbaries, cuando los hechos no se esclarecen, cuando las respuestas siguen siendo ofensas para la integridad de muchos, cuando hay esa cosa tan fea que tiene como nombre IMPUNIDAD.
Aprovechamos este espacio para saludar a todos esos y esas otras hijas e hijos que se encuentran aquí presente, con sus dolores y con sus miedos y les decimos que también los sentimos nosotras.
A todas aquellas que desde niñas nos han acompañado en este proceso, personas de nuestro país y también esas personas que saben que han estado ahí y son extranjeras con severo corazón…….
……… pero especialmente, no solo saludo, sino agradecimiento a esa persona, a ese matrimonio que asumió el reto de criarnos, a ellos que arriesgaron tanto para hacernos crecer fuertes como ahora… a esas que también hicieron maromas para borrarnos tanto dolor y aunque no con desagradecimiento decimos que no es fácil y vemos en duda la posibilidad, sí nos dieron otra posibilidad, una posibilidad de crecer bien, con unos claros ejemplos de comportamientos y de luchas, una lucha que se resume en una palabra, la lucha por la vida. Con inmenso agradecimiento para tantos y tantas recordamos que solo buscamos verdad y justicia y queremos el respeto de la dignidad.
Linda Carol, Hada Luz, Jenny Paola, Tania Marinella, García Méndez